Un pulpo de múltiples y alargados tentáculos abraza al planeta tierra. Es la representación gráfica de las rutas del tráfico de mujeres, niñas y niños, destinados a la explotación sexual. Un interminable flujo que va de los campos a las ciudades, de las ciudades a los balnearios, de los países pobres a los ricos, de América del Sur a América del Norte, de África a Europa, de Europa del Este a Arabia, de Asia a… Es como si la humanidad entera se moviera con una meta única: el sexo.
En muchos países la prostitución es ilegal y en otros, como Turquía, los prostíbulos son manejados por el gobierno y representan una jugosa fuente de ingresos a las arcas estatales. Pero más allá del tratamiento oficial al ejercicio del denominado oficio más antiguo, está el truculento submundo que se mueve alrededor de este negocio y que salpica con sus ganancias no solo a los proxenetas y traficantes, quienes a veces constituyen los eslabones más débiles o visibles de la cadena.
Una profunda investigación de las redes de tráfico humano con fines sexuales, puede dar más de una sorpresa. Especialmente porque pueden conducir a personajes públicos de renombre en la política o en áreas de prominencia social. Algunos de estos son accionistas directos del negocio, y un buen número consumidores comprometidos con los dueños de burdeles y establecimientos. Muchas campañas políticas han sido respaldadas por el dinero sucio de la trata de personas. No en balde las fronteras transnacionales son cada vez más porosas y los capos de la trata cada vez más intocables.
EL PEQUEÑO PAÍS DE LA COSTA OCCIDENTAL AFRICANA, FUE MI DESTINO ESTE VERANO, Y ME ENCONTRÉ CON UNA NACIÓN VIBRANTE Y LLENA DE CONTRASTES. Visitar África no era mi prioridad, otros destinos suelen serme más tentadores y estar más relacionados con mis intereses de conocimiento. Pero sin proponérmelo, el 2025 ha devenido el año de la familia. Primero visité a los míos en Cuba, en abril. Un viaje amargo por las infaustas condiciones que se viven allá. Ni la alegría de compartir con mi anciana madre y demás miembros del clan que permanecen en la Isla, logró espantar la depresión feroz que me atacó y me hizo sentir interminables las dos semanas entre ellos. La oscuridad cubana es más espiritual que física. Ese es el gran éxito de la dictadura: hundir al país en una noche profunda e indescriptiblemente agobiante. Y parte de ello es la consciente división de las familias: nos echaron fuera. Los cubanos andamos dispersos por todos lados. Y a Gambia, el primer país africano que visito, me l...
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