Cada año se cuentan por miles las adolescentes y mujeres, que son arrancadas de sus hogares y vendidas a las redes nacionales e internacionales de tráfico y prostitución. La mayoría nunca más vuelve a ver a sus familiares. Algunas “afortunadas” regresan al cabo del tiempo, magulladas por los maltratos físicos y psicológicos, y con una insoportable carga de frustración doblándoles las espaldas.
El modus operandi de los secuestradores es invariable: promesas de buenos trabajos y de una vida alejada de la pobreza, que seducen a las muchachas y a sus adultos. Los testimonios de aquellas que han logrado huir o de las que aun sometidas tienen la valentía de contar sus historias, hablan de sueños convertidos en pesadillas.
El mundo de oropel que venden los medios de comunicación, al estilo del viejo cuento infantil de ‘Cenicienta’, deviene meta para las jóvenes nacidas y crecidas en medio de familias de pocos recursos económicos. Y esa brecha forjada a base de ilusión, falsedad y apariencia, es aprovechada para transformar a las incautas en esclavas desechables de un mundo real, duro, aplastante.
EL PEQUEÑO PAÍS DE LA COSTA OCCIDENTAL AFRICANA, FUE MI DESTINO ESTE VERANO, Y ME ENCONTRÉ CON UNA NACIÓN VIBRANTE Y LLENA DE CONTRASTES. Visitar África no era mi prioridad, otros destinos suelen serme más tentadores y estar más relacionados con mis intereses de conocimiento. Pero sin proponérmelo, el 2025 ha devenido el año de la familia. Primero visité a los míos en Cuba, en abril. Un viaje amargo por las infaustas condiciones que se viven allá. Ni la alegría de compartir con mi anciana madre y demás miembros del clan que permanecen en la Isla, logró espantar la depresión feroz que me atacó y me hizo sentir interminables las dos semanas entre ellos. La oscuridad cubana es más espiritual que física. Ese es el gran éxito de la dictadura: hundir al país en una noche profunda e indescriptiblemente agobiante. Y parte de ello es la consciente división de las familias: nos echaron fuera. Los cubanos andamos dispersos por todos lados. Y a Gambia, el primer país africano que visito, me l...
Comentarios
Publicar un comentario