Como una avalancha, que luego de arrancar desde la cumbre de la montaña no hay quien la detenga y cada vez se hace mayor, es el tráfico de mujeres y niñas con destino al comercio sexual. Las estadísticas hablan por sí solas y las fronteras son testigo del continuo fluir de esta mercancía codiciada por muchos. Ya sea por la complicidad de las autoridades o por la destreza de los traficantes para enmascarar su ilegalidad, cada vez son más las féminas que como parte del paisaje urbano ofrecen sus servicios. Las organizaciones feministas no se ponen de acuerdo. Unas proponen legalizar la prostitución, algo que sería como echarles un brazo sobre el hombro a los tratantes y proxenetas. Otras arremeten con odio en contra de los hombres, pretendiendo excluirlos de sus vidas, como si tal fuera una respuesta adecuada. Algunas consideran la urgencia de un cambio en el discurso socio-cultural, en pos de la modelación de una mentalidad renovada en las nuevas generaciones. Se habla del “efecto bu...
(PROVERBIOS 4:23)