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La camisa roja

¿Estaría preparado Juanes para la polémica desatada por su anuncio de hacer un concierto por la paz en La Habana? A saber. Aunque alguien argumenta que todo responde a una campaña publicitaria de la que muchos están tomando su tajada, lo más probable es que lo haya pensado de manera pueril, creyendo que recibiría honores de héroe y que detrás de él marcharía una fila de artistas con ideas progresistas.
Soy de la opinión que un concierto más o uno menos, no mejorará ni empeorará la situación cubana. Durante media centuria son muchos los que han ido y venido de la Isla. Incontables los amigos que se han convertido en enemigos y viceversa. Cientos los que han hablado a favor y en contra, y también los que se han retractado de sus palabras. Sin embargo, el régimen se mantiene estoico, las mareas chocan contra sus muros sin lograr derribarlo.
No sería ni el primero ni el último que en nombre de un supuesto apoliticismo o de una conciencia izquierdista, coquetee con el gobierno insular. Las estrellas de Hollywood nos tienen acostumbrados y no por ello dejan de hacer sus películas y sus millones cada año. Al final una cosa no está reñida con la otra, por el contrario a veces esas “irreverencias” ayudan a crecer las cuentas bancarias.
Pero he aprendido que nada hay gratuito, menos en esta época especializada en esconder tras las escenografías más inofensivas, los mensajes más agresivos. Y, asimismo, que las novatadas se pagan caro. Quizá la ponzoña no vaya por parte del cantante, quien no dudo haya albergado las mejores intenciones en su idea, además de un olímpico desconocimiento de sus posibles connotaciones. El trasfondo viene por parte de aquellos que por adelantado se saborean por la trascendencia del suceso.
No hay que ser ducho en asuntos políticos para percibir algo raro en la anuencia de los gobernadores cubanos de prestar la Plaza de la Revolución para un concierto de un artista internacional de moda que proclamará la paz en una nación que lleva medio siglo montada en una balsa de aceite. Como mismo hay gato encerrado en la complacencia de la Secretaria de Estado norteamericana en que Juanes y todo el que quiera ir a cantar a La Habana, lo haga.
Por una parte, porque la experiencia de estos 50 años nos dice de la habilidad de los insulares para atrapar en sus redes a todo el que se le acerca, no importan sus intenciones, y aun más para anotarse un tanto ideológico favorable de cualquier acontecimiento que tenga espacio en el país o allende sus mares si es que tiene alguna relación con él. Y por otra, porque el brusco giro del discurso estadounidense hacia Cuba no pasa de ser un anzuelo que ni el más incauto pececillo se traga.
Y en medio de todo esto el pobre de Juanes se da la tarea de enfrentarse a voz en cuello contra los que lo cuestionan. Supongo que sean los días más álgidos de su carrera artística: acostumbrado al éxito, se le debe hacer raro que de pronto la tortilla se le haya virado y esté situado entre dos aguas. Ir o no ir, esa es la cuestión. Alguno que otro se ha encargado de recordarle al inefable Oscar de León, que llegó besando la tierra cubana y luego se lavó la boca públicamente como muestra de arrepentimiento por el desliz que le trajo no pocos dolores de cabeza.
Los últimos aportes a la fototeca del famoso de La camisa negra, están para chuparse los dedos. Hace poco lo vimos de tú a tú con Hillary Clinton. Ahora elnuevoherald.com lo presenta, gracias a la gentileza de lajiribilla.com, en un fraternal abrazo con Amaury Pérez, quien dirigirá el espectáculo previsto para el 20 de septiembre, y Silvio Rodríguez, uno de sus invitados… Nada, que debemos estar preparados, no sea que como colofón se nos aparezca tomado de la mano con Raúl y quién sabe si hasta en los aposentos secretos de Fidel. Todo puede pasar.
El colombiano parece un hombre de convicción, dispuesto a seguir su aventura pacifista sin importarle las consecuencias. Eso significa que el concierto de La Habana va, mientras tanto goza de una publicidad gratuita sin precedentes. Cada jornada aparece un nuevo titular sobre el tema compitiendo con los sucesos más importantes del mundo, y lo mejor o lo peor, no sé bien, es que todavía falta mucho por hablar.

Comentarios

  1. Me sucede algo parecido. En lo personal me tiene sin cuidado que tres o cuatro Juanes vayan a cantar a Cuba (recuerdo haber disfrutado mucho con el concierto de Oscar de León en Varadero 1983), el problema está en el tufillo ingenuo que se desprende de todo, el irrespeto hacia las víctimas del castrismo -que no están solo fuera de Cuba, desde luego, pues el público que acudirá al concierto será un público cautivo- y el juego mediático que favorecería al régimen. Nuestra desdichada isla sigue dividiendo y muchas veces restando matices.

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