Welcome Summer! (Una reflexión sobre el curso 2020-21)

“The fact that people are criticizing teachers for posting that they can’t wait for this school year to end proves that the majority of people have NO idea how much teachers invest emotionally and financially into teaching and their students”* (Nicholas Ferroni, USA, Educator, Speaker, Activist and Content Creator)
El curso 2020-21 ha terminado. No me atrevo a decir: ¡Al fin! Como suele ocurrirme cada año por esta fecha, reflexiono en lo que pude haber hecho mejor, en lo que no hice, en lo que me gustaría implementar a partir de agosto. Es una mezcla de alegría, nostalgia y frustración. Es la conciencia de que la realidad siempre supera lo planificado. De todas maneras, se cierra una etapa, y el hecho de haberla finalizado es de por sí un éxito.
En marzo de 2020, casi terminando el curso anterior, nos vimos lanzados a un encierro que estaba fuera de toda previsión. Por lo menos por parte de los “inocentes”, los “comunes”, los “no avisados”, o como queramos ser llamados quienes estábamos distantes de las maquinaciones de los poderosos, que se han erigido falsos dioses y han decidido manipular el rumbo de la humanidad a su antojo. Una realidad para la que no estábamos preparados y que nos obligó a aprender a golpe de palos, dirían los más viejos. El portazo que aplastó la nariz de todos, de manera especial afectó la educación y los métodos de enseñanza que veníamos usando hasta el momento. Fue un aprendizaje acelerado de nuevas técnicas y tecnologías, parecía que de pronto íbamos a perder la batalla. Cada mañana era un nuevo reto, a veces llegábamos al final de la jornada con lágrimas, y al acostarnos el sueño demoraba pensando en qué nos depararía el día siguiente. ¡Cuánta incertidumbre! Como pudimos concluimos el curso escolar. Durante el verano continuamos encerrados: conejillos de indias temerosos. La esperanza de que volveríamos a la normalidad o a lo que llamábamos como tal, nos animaba. Aunque ya los desalentadores medios de comunicación hablaban de una “nueva normalidad”. Y sabemos a qué se referían: la normalidad de la enajenación, del distanciamiento, del rostro cubierto como maleantes, de los ojos esquivos y la desconfianza incluso de los familiares.
Agosto llegó y ese miedo viscoso continuaba cubriéndolo todo. Si al principio quedarse en casa tenía su encanto, a esas alturas ya no. Netflix y otras plataformas al uso astiaban. Leer libros era la única escapatoria. Ver o leer noticias no era una opción, a no ser que buscaras un motivo para el suicidio. Lo que no queríamos oír lo escuchamos: comenzaríamos el nuevo curso a distancia, no se sabía cuándo volveríamos a la escuela en persona. Cada institución aplicó a su manera las directivas del gobierno con respecto a la pandemia. Algunas no demoraron en recibir a sus estudiantes o implementaron desde el principio el método híbrido, consistente en la combinación de la enseñanza en persona y a distancia. La escuela donde trabajo, fue cauta y -para sortear los escollos que otras experimentaron de cerrar después de haber abierto, debido a la propagación del virus entre los alumnos- demoró en acoger al grupo que con la anuencia de los padres decidió regresar en persona. La mayoría optó por quedarse en casa. Enseñar en línea no es nuevo, aunque nunca como ahora haya devenido obligatorio. Desde hace mucho las bondades de Internet son utilizadas para impartir diferentes tipos de clases. Sin embargo, el éxito de esta forma de enseñanza aplicada a la educación general, depende, según mi percepción, de tres factores que deben estar interrelacionados: 1) La habilidad de los maestros/profesores para manejar la tecnología y de reinventarse; 2) El interés de los estudiantes; y 3) La participación activa de los padres/tutores.
Es una verdad de perogrullo que el repentino cambio de las aulas convencionales por las virtuales, afectó la enseñanza en todos los niveles. Los maestros, aun aquellos que ya dominaban la tecnología, se vieron obligados a reaprender sobre la marcha. Miles de sugerencias de cómo hacerlo inundaron los tiempos de preparación profesional. Los laboratorios donde se experimentan nuevos métodos educacionales, se dieron (se dan) gusto generando ideas que al parecer son lo non plus ultra. Al final, el que está “al frente” de un grupo de pupilos virtuales, es quien sabe con exactitud qué hacer y cómo. Es decir, se supone que sepa. Sin dudas, hay grandes diferencias entre la relación cara a cara y a través de una pantalla de computadora o de tableta. En mi caso particular, así como en el aula física, opté por la sencillez. Considero que entre más fácil y simple le presente los contenidos a los estudiantes, mejor podrán digerirlos. Es importante hacer diana en sus neuronas de manera efectiva, en especial cuando enfrentan un altísimo nivel de entretenimiento que los seduce más que los estudios. Es esencial ser directos, sin floreos innecesarios. Como dice la sabiduría popular: al pan, pan, y al vino, vino. Lo demás lo encuentran de manera más atractiva en los videojuegos y en las redes sociales.
Lograr el interés de los estudiantes, está entre los mayores retos que enfrentamos los educadores en estos tiempos. Y esto va más allá de la habilidad profesional para impartir clases y dominar la tecnología, aunque también tiene que ver con ello. ¿Pero qué maestro puede entrar a la habitación de sus estudiantes y despertarlos para que estén listos a la hora de comenzar las clases? ¿O cuál de nosotros puede hacer que los otros habitantes de la casa hagan silencio mientras estos reciben sus clases? ¿O quién puede obligar a los padres/tutores a no asignar a los chicos la tarea de cuidar a los hermanos menores durante el horario escolar? ¿O cómo podemos hacer para que los alumnos no pasen la madrugada desvelados jugando con sus playstations, computadoras, tabletas y teléfonos, y que a la hora de las clases no puedan enfocarse ni mantener la atención por el cansancio? Una de las muchas decepciones del curso finalizado hace unos días, fue ver caer a estudiantes que considerábamos brillantes. Tal vez sigan siéndolo. Lo cierto es que gran número de alumnos confundieron el estar en casa de manera permanente con vacaciones interminables. Unos cuantos ni siquiera se levantaban de las camas o se acicalaban para tomar las clases. A regañadientes la mayoría asomaba los rostros a la pantalla (paradójicamente temían a hackers o abusadores que pudieran tomar sus imágenes para fechorías, mientras no dejaban de publicar sus selfies en las redes). Un océano de sinsentidos que al final no hicieron más que afectar el proceso educativo.
Y como parte de todo esto, la responsabilidad de los padres/tutores. Lamentablemente, cierto número no llegó a captar o asumir el papel que les correspondía en el sistema de escuela a distancia o en línea, como quiera llamársele. En primer lugar, porque casi todos trabajan fuera del hogar y se vieron en la obligación de confiar plenamente en los hijos, quienes quedaban en casa sin el control de los adultos, y con frecuencia optaban por hacer cualquier otra cosa, menos enfocarse en los estudios. De igual modo, el desconocimiento de la tecnología, fue una brecha aprovechada por los hijos para burlar la vigilancia, si es que la había. Aunque se supone que los padres nunca pierden la función de supervisores del proceso de aprendizaje de sus hijos, estos tiempos han sacado a la luz una contundente realidad: algunos están tan ajenos a ello, que se vieron sin recursos para manejar adecuadamente la nueva situación. El viejo ardid de culpar a los maestros y a la escuela, quedó obsoleto. Quizá fue esta la oportunidad para que comprendieran que enseñar requiere dosis iguales de profesionalismo y amor. En una de las películas del actor mexicano Mario Moreno (1911-1993), su famoso personaje Cantinflas, dice: “La misión del educador no es solamente enseñar, sino ahondar en la vida de sus alumnos, porque los niños solamente tienen dos fuentes de aprendizaje: el hogar y la escuela, y si falla alguna, la otra no funciona”. Nunca como ahora esta es una verdad que las familias y las instituciones docentes deben tener en cuenta y aplicar: o trabajamos juntos, o socavamos el futuro.
(*”El hecho de que la gente critique a los maestros por publicar que ‘no pueden esperar por el fin de este curso escolar’, demuestra que la mayoría de las personas no tiene idea de cuanto los maestros invierten emocional y financieramente, en la enseñanza y en sus estudiantes”.)

Comentarios

  1. Dear Respected Sir Carlos, Its An Amazing Words & Article Regarding Teachers, But I Must Say Without Teachers & Study The Life Is Like A Black Night In Which Nothing Has Seen, Life Is Nothing Without Study, If A Country Have More Teachers They Will Shining Like A Starts In The Dark Night.
    The Success of Every Country Are On The Hands of Good Teachers Like You.
    If Any Country Have Less Teachers Their Success Rate In The World Will Be At Lower Side.

    I Pray That The World Will Get Good & Patriotic Teachers Like You In Coming Future.

    Stay Blessed Sir, Carlos M. Perez For Making Such Beautiful & Good Posts For Us.

    Best Regards
    KK

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Thank you very much, KK. Your are so kind and wise with your words about the importance of teacher for every country. God bless you too!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares