NABEEL QURESHI: ENCONTRANDO LA VERDAD

AUTOR DE TRES BESTSELLERS, QURESHI HACE UN LLAMADO AL CONOCIMIENTO DE JESÚS, A PARTIR DE SU EXPERIENCIA COMO EX-MUSULMÁN
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Jn. 8:32)
Aceptar la Verdad y seguirla, a veces es tan arduo como encontrarla. En especial cuando estamos condicionados por un fuerte sistema religioso y/o de pensamiento, sembrado en nuestras mentes y corazones desde el mismo día en que nacimos. El Nuevo Testamento nos presenta el ejemplo paradigmático de Saulo de Tarso, devenido Apóstol Pablo, quien necesitó la intervención directa de Cristo resucitado para cambiar el rumbo de sus pasos. En realidad la conversión al cristianismo de cualquier persona es un acto sobrenatural, imposible sin la operación divina. Entender esto nos ayuda a discernir los diferentes métodos usados por el Espíritu de Dios para atraer a los escogidos. Y también colabora para comprender cómo algunos hombres, sin proclamarlo, silenciosamente, pelean batallas titánicas contra su mundo y sin proponérselo se erigen héroes de la fe. Uno de estos fue Nabeel Qureshi, quien al morir a la edad de 34 años, el 16 de septiembre de 2017, había recorrido un tortuoso camino del islamismo hacia la verdad de Jesús. Nacido el 13 de abril de 1983, en una familia emigrada a Estados Unidos desde Pakistán, fue educado bajo los férreos preceptos de la secta musulmana Ahmadiyá. Cuando un agresivo cáncer de estómago lo arrancó de este mundo, sin haber logrado el perdón de su familia, que se sintió traicionada y rehusó su cambio de fe, y dejando atrás a una joven esposa y una pequeña hija, así como a amigos y admiradores, ya había publicado tres exitosos libros: ‘Seeking Allah, Finding Jesus’ (Zondervan, febrero de 2014), ‘No God But One’ (Zondervan, marzo de 2016), y ‘Answering Jihad’ (Zondervan, agosto de 2016).
El primero, publicado en español con el título ‘Buscando a Alá, encontrando a Jesús’ (Editorial Vida, 2015), narra en primera persona el proceso de conversión de este siervo de Dios, quien pasó de ser un aguerrido y fiel defensor del Islam a un valiente y combativo defensor del cristianismo. Algo que se dice fácil y aplaudimos con fervor, pero que tiene un trasfondo de profundo dolor, de desgarramiento interno, de dudas y contradicciones, de confusión, de luchas intensas contra el hombre espiritual y la cosmovisión de la vida. Para Qureshi la existencia fue una antes de comenzar sus estudios universitarios, y otra después de su ingreso a Old Dominion University, Virginia. Y no fue, precisamente, por el cambio de nivel en sus estudios, sino por significar el inicio de una confrontación de su fe, la cual le había sido fácil defender delante de sus compañeros cristianos durante la etapa de la secundaria. Conocer a David Wood, quien actualmente es un reconocido apologeta norteamericano, pero que entonces igualmente estudiaba en ODU, hizo la diferencia: por primera vez entablaba amistad con un cristiano dispuesto a pelear a favor de Jesús. El ímpetu polemista de ambos los enzarzó en interminables discusiones acerca de la fe que representaban, cada planteamiento o tópico lo investigaban y demostraban espiritualmente o a través de métodos científicos, según el caso. Los amigos inseparables eran rivales en el campo religioso, una batalla que duró todo el tiempo que estudiaron juntos. Los muros que a lo largo de la niñez y la adolescencia sus padres, maestros y líderes musulmanes habían levantado, no eran tan inexpugnables. El ariete del Espíritu Santo hizo caer la fortaleza. La confesión de Jesucristo le costó a Qureshi exactamente lo que está profetizado en los Evangelios: el rechazo de los seres amados y de amigos. Su madre sufrió un síncope cuando recibió la noticia de sus propios labios, la alegría hogareña desapareció, no fue admitido más entre los suyos como hasta entonces, dejó de ser el orgullo de sus padres quienes tampoco asistieron a su boda. Pero él había puesto la mano en el arado y ya no miraría atrás.
‘Buscando a Alá, encontrando a Jesús’, es un libro de muchas virtudes. Puede clasificarse como autobiografía, memorias, testimonio. Sin embargo, más que cualquier encasillamiento lo veo como una contundente declaración de lo que puede hacer Jesús en la vida de las personas, y la forma en que trabaja conforme a las individualidades. Ya lo sabíamos por la Biblia y por la experiencia propia: el Señor conoce cómo tratar con cada quien y cuál es el método ideal para que encontremos Su camino. Los seres humanos somos finitos, Dios es infinito. Él sabe impactar nuestros corazones. A pesar de haberse apartado del islamismo en pos del cristianismo, y de convertirse en un predicador y escritor usado por el Espíritu Santo para revelar la verdad de Cristo al pueblo musulmán, Qureshi trata con sumo respeto la fe de sus ancestros y, por ende, a quienes la practican. Sus declaraciones pueden resultar ofensivas para mentes cerradas y recalcitrantes, pero un análisis pausado muestra que no es su propósito agredir, sino establecer un diálogo de paz y amor. De hecho, me atrevo a tomar de su historia personal como musulmán, detalles que deberían ser cuidadosamente observados por los cristianos. Por ejemplo: la responsabilidad de los padres en la formación espiritual de los hijos (lo primero que hace el padre al nacer el hijo, es susurrar en su oído una oración de bendición que lo ha de acompañar toda la vida; la madre, al permanecer en el hogar y tener mayor contacto con los hijos, se encarga de educarlos en los conocimientos y tradiciones islámicas), las enseñanzas de amor y reverencia frente al libro sagrado y su profeta (antes de los 10 años, los niños ya deben recitar partes importantes del Corán, así como responder exámenes que demuestren sus conocimientos), la preparación individual para la defensa de la fe, la consagración cotidiana en oración, la asistencia puntual al lugar de reunión, el respeto hacia los adultos, maestros, líderes y ancianos.
Aunque breve su paso por la tierra y aún más corto su tiempo de servicio a Cristo, la herencia de Nabeel Qureshi es poderosa para quienes amamos a Dios y a nuestro prójimo. Sus libros y videos en Youtube, son valiosos materiales de estudio y preparación, en especial para quienes son llamados a compartir el Evangelio con el pueblo musulmán. El suyo también es un discurso de comprensión para quienes están descubriendo a Cristo, no importa cuál sea el contexto de donde provengan. ‘Buscando a Alá, encontrando a Jesús’, termina con conmovedoras palabras que revelan el valor del sufrimiento para quienes seguimos la Verdad: “(…) Diré con sinceridad que mi primer año como cristiano fue inimaginablemente difícil, sin dudas uno de los períodos más dolorosos de mi vida. Todos y cada uno de los días eran una lucha, y experimenté cotas de dolor emocional que no pensé que fuera posible. “Pero también diré con sinceridad que volviendo la vista atrás a los últimos ocho años, ha sido la época más poderosa de mi vida. Me ha formado, moldeado y cambiado para ser un discípulo de Jesús. El Espíritu Santo ha sido mi consolador, Su palabra ha sido mi sustento y no cambiaría esa época por nada. El sufrimiento es lo que me ha transformado en un verdadero seguidor de Jesús. Mi vida ahora, incluyendo mi caminar con Dios y mi relación con mi esposa, es realmente maravillosa, mucho más asombrosa de lo que habría imaginado cuando era musulmán. “Merecen la pena todos los sufrimientos por seguir a Jesús. Él es así de impresionante.” Me hubiera gustado ser amigo de Nabeel Qureshi, pero apenas acabo de conocerlo por su testimonio. Mientras tanto, tomo la oración con la que él concluyó su primer libro, dedicada a sus lectores: “Ruego que algún día me encuentre contigo, amigo mío, para que así podamos regocijarnos y alabar a Dios juntos por nuestros gozos y nuestros sufrimientos”. Será en el Cielo. Amén.

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