Ángeles desamparados: 10 años


Ha transcurrido una década desde la publicación de Ángeles desamparados (Ediciones Bayamo, 2001), la novela de mi amigo Rafael Vilches, en cuya gestación y nacimiento participé de manera activa. Eran los tiempos en que el Grupo Literario Espiral daba sus mejores frutos y se hacía notar en la provincia cubana de Granma y otros espacios literarios y culturales de la Isla. También fue la época en que surgieron las editoriales provinciales y los jóvenes escritores lograron burlar de cierta forma el ostracismo a que estaban condenados por las editoriales nacionales.
No solo para su autor, asimismo para sus amigos y para los entusiastas de las novedades literarias, la salida de este libro devino transgresión del status quo de Bayamo, ciudad que en el siglo XIX se destacó por la mente universal de sus intelectuales, pero que hoy día es un santuario del conservadurismo. A todos nos pareció valiente por parte de Vilches, darle vida a personajes y situaciones tan similares a la realidad, que era como si nos asomáramos al espejo de los cubanos nacidos a partir de 1959.
Y es que son contados los isleños de las últimas cinco décadas que no hayan pasado gran parte de su adolescencia becados en escuelas que eran el calco de la decadencia del país. Internados que en una sesión se iba a las aulas y en la otra a la agricultura, y durante las noches podía ocurrir cualquier cosa. En esos sitios, fuera del calor hogareño y, por ende, apartados de la autoridad paterna, muchos pasamos de niños a jóvenes y de jóvenes a adultos. Allí dejamos en girones todas las inocencias y virginidades posibles, y aprendimos a defendernos de la agresividad de los demás con cada recurso al alcance de las manos. A veces el papel de agresores nos correspondió a nosotros mismos.
De eso trata Ángeles desamparados, de la fracturación de los códigos morales, éticos y espirituales de personalidades en formación. Todos llevamos esas marcas en algún rincón del alma. Marcas que con el pasar de los años han cicatrizado en muchos, pero para otros son huellas como las que dejaron en miles de cubanos la ilógica participación en las guerras del África, de las que buen número no tuvo viaje de retorno y otros tantos que volvieron no han logrado liberarse de los fantasmas que los acosan.
En su obra Vilches hizo una consciente apropiación de los temas y el estilo de Guillermo Vidal, el respetado narrador ya fallecido, de quien fue asiduo lector y amigo personal. Para algunos Ángeles… es hija de Matarile, novela que afirmó a Vidal entre las vacas sagradas de la literatura cubana de los años 90, a pesar de su tozudez de permanecer en Las Tunas, ciudad del oriente cubano que quizá sea conocida allende las fronteras insulares por ser la cuna de este escritor.
Por cierto, Las Mil Nueve, una perdida barriada entre cañaverales y arrozales, cercana al río Cauto, también ha de trascender por haber sido el primer paisaje avistado por Vilches, quien nació allí en 1965. Pero unos cuantos de sus personajes son el alter ego de compañeros de su infancia y adolescencia en Vado del Yeso, una comunidad de edificaciones prefabricadas al estilo ruso, adonde fue a vivir siendo niño y donde todavía permanecía cuando se hizo un intelectual conocido. Ahora reside en Holguín.
El hecho de que entre las criaturas de Vilches no aparezca una sola que abrace la fe cristiana, es lo que ofrece verdadero sentido al título del libro. Jóvenes desamparados no por Dios, sino por un sistema social que les secuestró el libre albedrío sembrándoles una ideología atea y materialista, sin darles oportunidad de encontrar redención a través de Jesucristo. Hijos de padres que fueron obligados en múltiples casos a abandonar sus creencias para seguir la idolatría oficial, la de los mártires y héroes sublimados y manipulados al antojo de los adalides gubernamentales. Nuevos dioses paganos, creados con la premeditada intención de encadenar aun más a sus ciegos seguidores.
Después de esta Vilches no ha tenido la gentileza de regalarnos otra novela. Su prolífera creación literaria se ha enfocado principalmente en la poesía, gracias a la cual acumula varios premios y libros. Pero como su narrativa, su lírica es el testimonio del dolor y el desarraigo en su propia tierra de una generación que fue puesta en las antípodas del conmigo o sin mí.

Rafael Vilches Proenza. Las Mil Nueve, Cuba, 1965. Lic. Educación Artística en Artes Plásticas. Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Premio Nacional de Poesía Manuel Navarro Luna, 2004 y 2010 con los libros El único hombre, poesía, Ediciones Orto, 2005 y País de fondo, poesía, Orto, 2011. Premio Nacional de Poesía De la Ciudad, 2005 con Trazado en el polvo, poesía, Ediciones Holguín, 2006. Premio Nacional de Poesía La Enorme Hoguera, 2006 con A ambos lados la sombra, inédito. Premio Nacional de Poesía, Centenario de Emilio Ballagas, UNEAC, 2008 con Tiro de Gracia, Ediciones Holguín, 2010. Mención Nósside Caribe, Italia, 2005. Mención Poesía UNEAC Julián del Casal, 2007 con Erial de Dios, inédito. Otros libros Libros publicados: Ángeles Desamparados, novela, Ediciones Bayamo, 2001. Dura silueta, La Luna, poesía, Ediciones Bayamo, 2003. Textos suyos se han publicado en España, Italia, New Zealand, Alemania, Puerto Rico, México, Honduras, Brasil, Chile, Canadá y EEUU.

Comentarios

  1. Charlie, primero lo primero: gracias por reabrir el blog, que nunca debiste abandonar, a pesar de saber que lo has hecho porque ahora tienes más tiempo libre. Aunque suene contradictorio, espero que ese tiempo pase pronto y regreses al laburo. Pero sin abandonar el blog, quede claro. Y lo otro, buen recordatorio homenaje a ese gran amigo común, a él y a la hermosa familia que supo construir los queremos mucho. Me alegró verlo ahora cuando estuvimos en Holguin. Está igual, el hombre no se destiñe. Un abrazo.

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