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Los Bosques


Los bosques son fuentes de vida. Además de funcionar como pulmones del planeta y resultar el hábitat perfecto para miles de especies vegetales y animales, poseen suma importancia económica. De hecho constituyen uno de los principales recursos para cualquier nación.
Si bien a lo largo de los siglos fueron vistos como el almacén de donde extraer cuanto hacía falta para el desarrollo de las civilizaciones, hoy se impone un criterio conservacionista que defiende la necesidad de protegerlos ante su evidente fragilidad. Pero sería mucho pedir que estas ideas no entraran en contradicción con las enraizadas en la mente del hombre desde que puso los pies sobre la faz de la tierra.
Estados Unidos no está excento de esa contienda, donde por un lado están los que miran con estupor como miles de metros cúbicos de árboles se convierten anualmente en pulpa para hacer papel, entre muchos destinos de la madera; y por el otro las grandes compañías, cuyos intereses defienden las crecientes cifras bancarias.
El ocho por ciento de los bosques del planeta pertenecen a este país, que se sitúa en el segundo lugar mundial, después de Canadá, en el consumo de madera. Según los expertos las principales amenazas para las forestas norteamericanas, son los incendios que cada año ganan más terreno por su violencia y creciente duración, las invasiones de insectos y otras especies foráneas que minan los bosques, el proverbial crecimiento urbano que repta en pos de mayor espacio, y la ya citada explotación maderera.
A pesar de ello, y aun con informes alarmantes como el de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que sitúa a Norteamérica en el séptimo escaño mundial de los países con mayor pérdida de bosques primarios y el uno entre los ricos, existe la opinión de que las políticas proteccionistas aplicadas aquí dan resultados positivos.
Después de un siglo XIX devastador, cuando fuimos privados de un tercio de nuestros bosques, 1920 se considera el año en que se detuvo la mortífera carrera y se empezó a revertir la situación, cuyos inicios se remontan al momento en que los colonos europeos comenzaron a poblar el subcontinente, cubierto entonces en su mitad por frondosos e inmensos bosques, convertidos en gran parte en campos de cultivo.
Las sucesivas administraciones han dirigido atención, con mayor o menor énfasis, al cuidado de las áreas boscosas y han estimulado la creación de organizaciones e instituciones dedicadas por completo a ello. Valga citar, por ejemplo, la Iniciativa Bosques Saludables (Healthy Forest Initiative), de George W. Bush, aplaudida por su pensamiento en la herencia que recibirán los norteamericanos del futuro.
Fue este presidente quien dijo: “(...) los bosques son un tesoro y somos sus protectores (...) Debemos cumplir con nuestra promesa a la próxima generación (...) y dejar detrás un mundo tan bienaventurado y bello como el que nuestros padres nos legaron”.


Además:

-El 33 por ciento del territorio norteamericano está cubierto por bosques. Dos terceras partes de los que existían en la época de la colonia, todavía están en pie.
-Estados Unidos es el cuarto país en el mundo con mayor cantidad de bosques, con 1,17 millones de millas cuadradas (303 millones de hectáreas). Igual escaño lo tiene en la cubierta de forestas naturales, con 402 250 millas cuadradas (104 millones de hectáreas).
-El 63 por ciento del total de los bosques en este país son de propiedad privada y solamente el 27 por ciento son federales. Los primeros se concentran al este y los segundos al oeste.
-El Parque nacional de las Grandes Montañas Humeantes (Great Smoky Mountains), localizado en territorios de Carolina del Norte y el este de Tennesse, posee mayor diversidad de especies de árboles que todo el continente europeo.
-El 30 por ciento del agua en la nación proviene de los bosques.

Comentarios

  1. Muy interesante, Carlos Manuel. Y tu aporte me da pie para comentar que mi país, muy al contrario de lo que se cree, es esencialmente amazónico y aunque los bosques desaparecen a una velocidad asombrosa, todavía queda mucho verde. Lo digo porque se suele asociar a Bolivia con el Altiplano o el lago Titicaca y las majestuosas cumbres nevadas. Pero esa belleza es sólo una parte, la más pequeña, del país. No tenemos fábricas de papel ni una gran industria maderera. Aunque hace años se logró exportar madera certificada y muebles finos, las mayores pérdidas se dan por la agricultura extensiva, las quemas provocadas y los incendios forestales que nos dejan ahumados todos los años entre junio y octubre.

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