Llegué a los Estados Unidos un lustro después del fatídico 11 de septiembre de 2001. Como ciudadano de este planeta global, las imágenes de las Torres Gemelas siendo impactadas por los aviones y su posterior derrumbe, están grabadas de manera permanente en mi memoria. Creo que a todos nos ocurre igual. Desde el mismo instante de los acontecimientos, no han dejado de circular por todas las vías de comunicación posibles, de modo que pronto se hicieron familiares para el mundo y pasaron a formar parte de la iconografía universal. Aun para alguien como yo, que recibía la información filtrada por el tamiz de los medios de prensa cubanos al servicio de la ideología antinorteamericana, fue evidente la exaltación del espíritu patriótico y cristiano de esta nación. Por esos días, me confirman quienes vivieron de cerca los hechos, las banderas y los carteles con mensajes alusivos, proliferaron como nunca antes. En cada casa, en cada establecimiento o negocio, esa era la carta de presentación. Am...
(PROVERBIOS 4:23)