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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Vilches, como la Loynaz, como Quijote

Como Dulce María Loynaz, la más universal de las escritoras cubanas, mi amigo Rafael Vilches Proenza estuvo de cumpleaños este 10 de diciembre. Cuando la autora de Jardín hubiese cumplido 107, el Vilcho llegó a los 44. Mientras el recuerdo de ella sobrevoló el planeta (por miles se cuentan los admiradores de su obra, que no pudo ser opacada a pesar del ostracismo que sufrió a lo largo de gran parte de su vida, y de la censura que la hizo ajena por mucho tiempo para las actuales generaciones), él tal vez se limitó a aceptar el íntimo agasajo de su esposa e hijos, sin bombos ni platillos. Y es que, en jerga popular, ‘el horno no está para galleticas’ para alguien que ha tenido la disloca iniciativa de pensar en Cuba. Las recientes noticias acerca del escritor que nació en un recóndito sitio llamado Las Mil Nueve, no han sido halagüeñas. Sus últimas fotos me impactaron por la delgadez que luce ahora, anormal para alguien cuya complexión física nada tiene que ver con lo quijotesco. Aunque...

Cada palabra sabe algo sobre el círculo vicioso

Por Herta Müller Discurso de la escritora rumano-alemana previo al recibimiento del Premio Nobel de Literatura 2009, Estocolmo, 7 de diciembre. ¿TIENES UN PAÑUELO? me preguntaba mi madre cada mañana en la puerta de casa, antes de que yo saliera a la calle. Yo no tenía el pañuelo, y como no lo tenía, regresaba a la habitación y sacaba un pañuelo. No tenía el pañuelo cada mañana, porque cada mañana aguardaba la pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre me protegía por la mañana. A otras horas del día, más tarde o en otras circunstancias, quedaba a merced de mí misma. La pregunta ¿TIENES UN PAÑUELO? era una ternura indirecta. Una directa hubiera sido penosa, algo que no existía entre los campesinos. El amor se disfrazaba de pregunta. Sólo así podía decirse a secas, en tono de orden, como las maniobras del trabajo. El hecho de que la voz fuera áspera realzaba incluso la ternura. Cada mañana estaba yo una vez sin pañuelo en la puerta, y una segunda vez con pañuelo. Sólo después sal...