El estigma de ser mujer

El don de la vida para millones de mujeres en el mundo es un estigma. Aun antes de nacer ya están sometidas a riesgos y maltratos indecibles. Al extremo de negárseles ver la luz en caso de ser conocido el sexo femenino del nonato. En regiones de Asia, África y Latinoamérica, tienen menos valor que los animales de carga. Un refrán africano dice: “Trata mejor a tu camello que a tu mujer”. En Europa y Estados Unidos han sido denunciados casos de discriminación laboral por el sexo, lo que incluye puestos de trabajo desfavorecidos y salarios más bajos con respecto a los hombres. La pobreza es una vil aliada. Los roles del varón y de la hembra dentro de las familias, son llevados a extremos aberrantes. Muchas veces para los padres es una maldición de los dioses el nacimiento de una niña, especialmente si es la primogénita. Una reciente noticia daba crédito de un padre y un tío en Pilkhua, estado de Uttar Pradesh, India, quienes con el consentimiento de la madre quemaron en un rito tántrico, a una bebita de dos meses de nacida, para propiciar que el próximo hijo de la pareja fuera varón y naciera saludable. La mujer vista como ciudadano de segunda categoría o como objeto de cambio o sexual, entre tantísimos conceptos discriminatorios arraigados en las culturas de los pueblos, conforman el caldo de cultivo ideal para que ellas sean lanzadas en manos de las mafias nacionales e internacionales, que las convierten en lucrativas máquinas de hacer dinero mediante la prostitución y la pornografía.

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