Polisemia e ironía

Confieso que detesto los flea markets. Al de Kansas City -cercano a mi casa, por cierto-, había ido solo una vez en los casi tres años que llevo residiendo en esta ciudad. Pero el que no quiere caldo…
Recientemente fui con un amigo, que me tuvo caminando alrededor de tres horas por aquellos vericuetos atestados de variopintas personas e inimaginables productos en oferta.
A la salida iba con el convencimiento de que es el mejor sitio para realizar un trabajo socio-etnológico acerca de la diversidad racial y cultural de la urbe y, si se quiere, del país. También es el lugar al que deben acudir los estudiantes de mercadotecnia.
En una de aquellas ventas me encontré con un viejo conocido. Todavía no sé qué pensar, solo atiné a dejar constancia gráfica.

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